Finalmente logro dar con la reacción:
me percato del estanque en el padecimiento.
Absurda presa de no permitirse ni un segundo.
Y al florecer los planteos
sobreviene la distancia del diálogo,
aquella sedienta conversación
entre el ego y las voces ajenas
-que sin embargo nacen en mí-
las voces del ideal...
Disminuír hasta callar,
que nada va a bastar en tanto se busque lo absoluto.
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