Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por
mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas. Sin ojos para
recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las
violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
(...)
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del
destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar
mariposas
A los niños muertos
alejandra pizarnik