Ha caído la noche,
el desliz del Sol enciende mi alma,
me amparo en su cuerpo carente de sospechas
y dando inicio al equilibrio me desintegro en su boca...
es el fin del añejo anhelo, lo encontré.
Admiro aquella inquieta manera
de ser primavera y hacerme florecer.
Las palabras ya son innecesarias
cuando la quietud del tiempo
se hace al estar a su lado.
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